La casa de mi abuelita se encontraba en un barrio cerca de marina nacional, un barrio que ahorita es peligroso porque la delincuencia se apoderó de el, pero hace 40 años era un barrio pobre pero "normal" donde había un mercado, negocios y el metro normal muy cerca, donde la gente se conocía y lo cotidiano para mí de 4 años era felicidad, antes era el casco de una hacienda de la época de la revolución mis bisabuelos la compraron y la dividieron en partes iguales para que a sus hijos no les faltara un techo, la casa de mi abuelita tenía un zaguán de madera y un pasillo en el la imagen de la Virgen de Guadalupe ese pasillo daba con el patio con dos lavaderos de un lado estaba la casa y un corredor lleno de macetas y del otro lado dos cuartos grandes y un baño, la casa de mi abuelita era humilde pero tenía calidez, la calidez de la presencia de ella una mujer amada por muchos porque había amor y nobleza en su corazón, ella para ayudar a mi abuelito se dedicaba a la costura entonces no podía faltar la maquina de coser de singer, la agarrabamos de juguete porque tenía un volante que simulaba el de un carro, la casa de mi abuelita tenía muchos escondites y recovecos llenos de magia para una niña de 4 o 5 años, en un rincón un alhajero de madera lleno de cosas que me fascinaban, en otro rincón unos chocolates que se llamaban lenguas de gato escondidos de manera estratégica para que yo pudiera robarme unos, ahí cerca el estetoscopio de mi tío que en ese momento seguro estaba en su residencia y me daba mucha curiosidad verlo, su cama y a lado improvisada la mía hecha con un colchón de lana que ella misma cosió, su tocador estaba lleno de telas porque ella siguió cosiendo hasta que se enfermo, había otro pasillo que llegaba a la cocina, en esa cocina podíamos pasar horas hasta que había una conversación de adultos y me mandaban por algo para que no escucharla, la sala y el comedor tenía una vitrina con un mini juego de té que nunca pude tocar, a un lado, la tele que servía de mesa para el árbol de navidad y a un lado el nacimiento, solo una vez pude arrullar al niño Jesús, la casa de mi abuelita tenía un tendedero en el patio y aveces jugábamos entre las sábanas limpias, si tuviera la oportunidad de pedir un deseo seria regresar el tiempo y regresar a la casa donde viví una infancia tan feliz, abrazar a mi abuelita y hablar con ella, hablarle de mi vida con la madurez que tengo ahora, platicarle mis triunfos y mis fracasos y preguntarle si se siente orgullosa de mi, de la mujer que me convertí y decirle que la amo con todo mi corazón y que la extraño todos los días, ojalá un día volvamos a encontrarnos...
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